Cuando nadie cree en ti
Así es cómo viví uno de los cambios más importantes de mi vida: dejar un trabajo para emprender. El cambio es inevitable.
Desde que empecé con itera.mente he recibido muchos mensajes de personas que se encuentran en medio de un cambio en sus vidas.
La mayoría relacionados con el trabajo, dinero, relaciones .
Todos y todas nos sentimos así. Nos hacemos las mismas preguntas. Buscamos el bienestar y la plenitud en nuestra vida (cada uno como quiere y puede).
Buscamos transitar la felicidad el mayor tiempo posible. Sentirnos en paz.
Es inevitable la iteración en la vida: sacar aprendizajes de las vivencias y volver a empezar.
Yo lo llevo haciendo toda la vida aunque no siempre ha salido tan bien. Porque no es cierto que si no logras algo es porque no te lo mereces.
Hay veces que te mereces todo y no tienes nada
Siento que tengo los mandos de mi vida. Tengo mis sistemas y creo en ellos, lucho contra lo establecido si no me gusta, he cultivado un pensamiento crítico.
Creo en mí.
Pero a veces me siento tan agotada, tan sola, tan cansada, tan “¿merece la pena?”.
Cuando estoy floja fantaseo con que sería más fácil dejarse llevar por este río a rebosar de peces. Aunque no me dé ni para respirar.
No suelo hablar de mí directamente en esta newsletter.
Me refiero en plan contando mis movidas personales y hablando de mi libro (aunque justamente es de eso de lo que más escribo en privado).
Pero a raíz de todos los mensajes que he recibido los últimos meses de personas que se encuentran frente a una decisión gorda en sus vidas relacionada con un cambio, me sale natural compartir lo que viví yo durante uno de los cambios más importantes de mi vida:
Dejar un trabajo para emprender.

Había conseguido un buen puesto de oficina en una gran compañía antes incluso de haber acabado la Universidad. Qué suerte - decían.
Tenía 24 años.
Los primeros meses fueron interesantes: empezar en el mundo laboral de los “mayores” mientras muchos de mis compañeros seguían buscando trabajo me hacía pensar que estaba en el buen camino, pero solo me estaba dejando arrastrar por la inercia de la sociedad.
Parecía que había conseguido la meta de la vida: solo me quedaba subir algún puesto y esperar pasivamente la jubilación.
Aguanté 3 largos y dolorosos años.
La transición desde que empecé a despertar hasta que di el paso no fue rápida ni fácil
Como la mayoría de cambios: es algo progresivo que necesita tiempo para que asimiles todas las señales.
Puede que mires atrás otras decisiones de tu vida y te parezcan una tontería, pero no: sabes que en ese momento no lo fue y que tuviste que sostenerlo durante mucho tiempo.
En mi caso: casi 2 años.
Recuerdo perfectamente el día que miré el calendario y me di cuenta que me quedaba 1 año para que se terminara el contrato. Me dije - solo tienes que aguantar 1 año.
¿1 año no estando bien? ¿Estamos locos? Ahora sé que hay personas que aguantan muchísimos más en una situación que saben perfectamente que no tienen que estar.
Con ese pensamiento me estaba poniendo una fecha límite que no dependía de mí. Que no me hacía enfrentarme a mí misma a resolver el problema.
Otra vez: estaba dejando que eligieran por mí.
Recuerdo tener pensamientos muy negativos de no apreciar la vida. De pensar que no merecía la pena estar en este mundo de esta forma. No tenía ningún sentido que fuera tan aburrida y tan gris.
Y mi cuerpo empezó a hablar.
Al principio estas señales o vocecitas en la cabeza se escuchan muy bajito. Casi susurrando.
Pero si no le haces caso empezará a manifestarse en forma de ansiedad, dolores, miedos, incomodidad, tristeza...
Eres tú en tu esencia más pura. Dale un espacio para observarte
A mí lo que me ocurrió es que mi cabeza empezó a funcionar muy deprisa, nunca antes había tenido esa sensación. Cada día se me ocurrían muchísimas ideas, algunas muy buenas. Si me daba tiempo a apuntarlas las tanteaba un poco, sino se iban solapando con otras. Cada cosa que veía o cada situación de mi día a día era pura inspiración para crear algo.
Recuerdo que empecé a documentar varios proyectos de empresa, me pasaba horas en internet buscando. Investigaba y me imaginaba triunfando con esa idea.
Pero mientras que se me encendían los ojos durante esos momentos de éxtasis yo seguía en el mismo sitio.
No había dado ni un paso hacia ese cambio.
Seguía levantándome cada día mirando al armario y pensando por qué mierdas tenía que vestirme con ropa elegante si yo quería seguir en chándal.
Al tiempo entendí que ese estado de creatividad máxima era mi cuerpo intentando sacarme de donde estaba. Me estaba dando opciones para cambiar. Me estaba diciendo que era capaz de mucho más.
Tenía ansiedad regularmente y molestias en varias partes de mi espalda. En ese momento no lo entendía, ahora escribiendo estas letras sí.
Poco a poco fui escuchando a mi cuerpo. Y empecé a creerme que sí podía.
El momento del cambio
Creo que estuve casi 2 años para tomar la decisión.
Ahora me parece una tontería, pero en ese momento fue algo muy grande y difícil para mí. Estaba rompiendo con muchas de mis creencias.
Empecé a tener miedo de no tomar la decisión. De quedarme donde estaba.
Escuchaba canciones que me motivaban, escribía sobre ideas, imaginaba una nueva vida, leía experiencias de otras personas que hicieron lo mismo. Y empecé a sentir un fuego dentro.
Ya había tomado la decisión, pero aún tardé un poco en materializarla.
Cada día que pasaba, después de haber dicho sí a ese cambio, me reafirmaba que era el camino correcto.
Sentía una cierta paz dentro de mí. Como si esa voz que me susurraba me dijese - por ahí, Marta: es por ahí.
Y lo hice.
No se lo dije a nadie. Solo llegué ese día temblando al trabajo y se lo solté a mi jefe.
Ese día volví flotando al coche.
Cuando dejé el trabajo, decidí irme a viajar
No tenía ni idea de por qué, pero me fui.
A mí nunca me había gustado viajar y me daba vergüenza hasta decirlo. Se supone que a todo el mundo le gusta viajar.
Siempre me había dado un poco de miedo los aviones y me sentía muy incómoda fuera de mi zona de confort. Cuando iba a algún sitio pensaba: “vale, me lo estoy pasando muy bien, pero que acabe ya para volver a casa”.
Pero cuando dejé el trabajo sentí la necesidad de irme sola. Era algo que tenía dentro, quizá por ese miedo que había experimentado. Me sentí con mucha fuerza.
Quería cruzar el charco. Pero antes de nada, quería hacer una prueba. Un “testeo” para ver cómo me sentía viajando sola y en mochila.
Así que, decidí irme a Escocia 22 días.
Acababa de dejar un trabajo estable, no tenía ni puñetera idea de qué iba a hacer con mi vida y me estaba yendo a Escocia con una mochila para 22 días teniendo solo las 2 primeras noches cogidas.
Me puse a llorar en el avión, pero era tan feliz.
No tenía miedo, todo había desaparecido cuando tomé la decisión de dejar el trabajo. Al confiar en mí desapareció todo lo negro de mi cabeza en cuestión de unos minutos.

Estaba totalmente abierta y confiada a la vida.
Algunos autores que han hablado sobre este momento tan liberador y sanador lo llaman “despertar”.
A mí me duró casi 3 meses.
Durante ese viaje a Escocia y los meses posteriores en Centroamérica me sentí capaz de todo.
Tenía tan claro que había elegido bien que sabía que no podía pasarme nada.
Conclusión
Desde esa decisión me he enfrentado a esas ¿voces? y sensaciones muchas veces.
Cada vez tengo más consciencia de ese estado. Y me cuido.
Todas las personas tenemos esta intuición/magia que nos guía dentro de nosotros
Puedes (intentar) callarla con alcohol, drogas, dopamina instantánea, comida basura, trabajo exigente…
O puedes entrenar para entenderla.
¿Cómo sabes que es el camino correcto? Lo sabes. Porque sale de dentro de ti, porque se percibe desde el amor. Lo sientes. Y si escuchas te lo va a decir.
Cuando tomas una decisión gorda puedes sentir 2 emociones: miedo o amor.
Sabes que has tomado la opción correcta cuando el amor hacia ti y hacia la vida es tan grande que confías plenamente en que podrás con lo que venga
Que no te digan por internet que hacer ese cambio es fácil.
Cada persona tiene sus tiempos y circunstancias personales.
Lo importante es que si has identificado ese sensación que te empuja a un cambio, la tengas en cuenta. Poco a poco cogerás confianza y lo harás.
La iteración es inevitable.
Te mando mucho mucho amor para que creas en ti y sigas caminando por los senderos más bonitos y tranquilos de tu vida.
Solo tú sabes cuál es la dirección correcta. Nadie más.
Confía en ti.
Cuando el alma habla por más que queramos calmarla va a salir como una voz que guía, como unas ganas inmensas de salirse de un lugar, como una sensación de volver a casa porque estaba en dónde pertenece.. también pasé algo similar, en mi historia todavía hay mucho que digerir, leerte me hizo recordar esos momentos y sentirme menos sola en este camino de freelancers. Gracias por contarlo.
Gracias, Marta. Cada uno de tus correos me deja pensando y reflexionando muchísimo. Hace poco compré mi pasaje para ir a la India a estudiar yoga por dos meses. Es una decisión que me da mucho miedo, pero como decís en la newsletter, hay algo dentro mío que me dice que este es el camino.
El cambio de trabajo también fue difícil para mí; no me animaba a hacerlo. Estaba en un lugar que no me gustaba, pero el miedo a salir de lo conocido me hacía aguantar, sobre todo por el buen sueldo. Hoy, mirando hacia atrás, no entiendo cómo pude quedarme tanto tiempo en una situación que me hacía daño.
Ahora tengo un montón de desafíos por superar en esta etapa como freelance, pero también sé que este es el camino que quiero seguir.