Tan solo escribir
Empezar a escribir me cambió la vida. He escrito por placer, necesidad, desesperación y miedo. Pero también por dinero. Hoy te cuento mi relación con este arte.
Quiero dedicar este email a lo que tanto me ha dado en esta vida (y lo que falta): escribir.
He escrito por placer, necesidad, desesperación y miedo.
Pero también por dinero.
Hoy quiero hablar sobre mi relación con la escritura y de todos los beneficios que he conseguido. Porque, ahora que lo pienso, escribir me ha cambiado la vida.
No busco escribir de forma culta ni adornada. De hecho, me gustan las frases cortas y simples (me cuesta mucho leer algo que no esté muy estructurado y espaciado). Puedes darte cuenta.
Cada persona busca su estilo para expresarse. Y esta es la evolución del mío.

Todo empezó a los 7 años
Me gustaba coger varios folios blancos y pegarlos con celo para hacer un mural muy grande. Luego me ponía a contar una historia mientras dibuja a sus personajes entre los textos llenos de faltas de ortografía.
Al finalizar, lo pegaba en la pared del comedor como si de una obra de arte se tratara.
Aún tengo cuentos de leones tristes guardados (gracias, mamá por no tirarlos nunca).
No era la más lista de la clase. Tampoco de esas que dibujaban dragones en los libros.
La verdad es que nadie me dijo que fuera un perfil creativo ni que pudiera desarrollar esta parte de mí que ahora tengo tan presente en mi vida.
También era de las que tenía mala letra en clase.
Cuando todas las niñas escribían las letras separadas como los mayores, yo seguía juntándolas todas en una palabra como si aún estuviera aprendiendo a escribir.
Recuerdo los dictados llenos del boli rojo de la profesora por todas las faltas de ortografía que hacía. He ido aprendiendo con la práctica y aún me equivoco, no pasa nada.
No empecé a escribir bien de verdad hasta que me interesé por la escritura y perdí el miedo a exponer mis textos.
A los 10 años empecé un diario escrito
Estaba de moda y me compré uno.
Perfumaba las hojas con colonia o crema. Pegaba flores, pegatinas y escribía sobre los chicos guapos que había visto ese día.
También de cómo el chico de la clase que me gustaba había metido una notita en la mochila para que fuera con él en el autobús de la próxima excursión.
Tengo esa notita pegada.
Era una escritura descriptiva. Simplemente contaba cómo me había ido el día o a quién había conocido.
También si me enfadaba con alguna amiga o mis deseos de tener un novio guapo que me regalase flores (qué mal nos hizo Disney, amigas).
Escribía a diario, pero por temporadas.
Aún lo conservo.
A los 12 empecé a escribir a ordenador
2 años después empecé a escribir a ordenador en un documento Word que ya le he hecho mil copias para no perderlo nunca.
Porque es oro puro.
No recuerdo por qué tome la decisión de pasarme a digital, pero le doy las gracias porque he podido conservarlo (casi todo).
Sin darme cuenta pasé de escribir de forma descriptiva “cómo me había ido el día” a escribir de forma reflexiva “cómo me sentía ese día”.
Dejé de escribir sobre aspectos banales y me centré en los retos que me iba encontrando. Por esa época yo era una adolescente muy rebelde e inconformista.
Tengo reflexiones que leyéndolas ahora se me ponen los pelos de punta.
No entiendo cómo podía tener ese tipo de reflexiones con 14-16 años. Pero las tuve. A veces pensamos que un adolescente o incluso un niño no es capaz de reflexionar de una forma profunda, pero sí lo hacen. Solo que tú no te acuerdas. Así que ojo con lo que les decimos o hacemos sentir a los niños porque eso marca para siempre.
Cambié escribir en un diario de mi día por escribir en un diario de mis emociones.
Cambié escribir por hobbie por necesidad.
Cambié escribir con la cabeza por el corazón.
Evolucioné mi forma de entender la escritura mientras crecía. Lo curioso es que yo no era consciente de esto. Simplemente lo hacía. Nunca se lo dije a nadie.
Hubo una época que hasta me inventé un nombre (John) al que supuestamente le contaba mis movidas. No sé muy bien a nivel psicológico qué puede significar.
Quizá le quería dar un sentido a todo.
Desde que empecé en este documento no he cambiado ni una coma. Si un día se quedaba a medias escrito, no lo modificaba. Se quedaba así.
Tampoco he modificado la fuente que elegí en su momento o el color que me apetecía reflejar en mis palabras.
Viendo ahora todo el documento se puede apreciar la evolución, no solo de estructura y y escritura, sino de la forma que me expresaba.
Los primeros años elegía una comic sans de colores y con el paso de los años acabé con una open sans o una verdana negra. Tampoco corregía faltas de ortografía, así que se puede observar cómo he ido mejorando en la escritura.
Mi adolescencia y época universitaria (14-25)
Empecé a darme cuenta de que escribir sobre mis emociones me sanaba. De alguna forma descargaba mi dolor, tristeza o ansiedad.
También escribía cuando estaba ilusionada o feliz por algo que me había pasado.
Pero es cierto que cuando más recurría a escribir en ese diario era porque necesitaba poner orden a algún problema interno por el que estaba transitando.
A los 17 experimenté por primera vez la ansiedad: lo tengo escrito.
También mis primeras relaciones serias: están escritas.
No a nivel descriptivo, sino cómo me sentía. Qué emociones estaba transitando. Y, sobre todo, cómo iba entendiéndolas.
Hay veces que hasta pedía ayuda a la nada.
Mi año de Erasmus fue uno de los mejores años de mi vida, pero también fue un año muy difícil a nivel personal. Pasé por mucha ansiedad y yo no entendía nada.
Ese año escribí muchísimo sobre ello y fue en esa época cuando entendí que escribir cómo me sentía me ayudaba muchísimo.
Por cosas de la vida, perdí todo ese año escrito (al formatear el ordenador). Pude recuperar una copia de justo antes de irme. Era como si ese año no hubiera existido en mi diario.
Me enfadé mucho, pero luego pensé que igual tenía que estar borrado y no volver a revivirlo nunca.
A los 27 me convertí en alguien que escribía por dinero
Mi primer perfil profesional dentro del mundillo online fue de copywriter.
La verdad es que yo no tenía ni idea de qué brujería era esta mierda. Me encontré con un anuncio en mi móvil un día buscando respuestas por internet.
Siempre me había gustado escribir, pero nunca había pensado sobre ello. Era algo que hacía casi sin darme cuenta, yo creo que más por necesidad a todos mis tormentos mentales.
Acababa de dejarme un trabajo estable en España para montar un blog de viajes mientras viajaba por Centroamérica y “vivir de ello” (risas).
Me apunté a un curso de 3 meses online y ya está.
Este es el único curso que he estudiado desde que empecé a emprender online hace ya +6 años.
Todo lo demás ha sido aprendiendo mientras trabajaba, pero esto es otra historia.
La cosa es que a los 27 años de repente me había convertido en algo que ni siquiera sabía que existía meses atrás y que se supone me iba a hacer ganar dinero escribiendo.
A los 28 gané más dinero escribiendo que nunca
El 2020 fue un año muy bueno para los negocios online.
La gente tenía mucho tiempo en casa para sacar adelante emprendimientos o empezar a tener actividad y presencia online.
Fue la época dorada del infoproductor. Y los copywriters que estábamos dentro de la movida (que no éramos tantos) ganamos mucha pasta.
Recuerdo estar toda la pandemia trabajando sin parar.
Escribiendo emails, páginas de venta, guiones de webinar, anuncios…
Esto me dio contactos, clientes y experiencia.
Y también mucho estrés. Por ese año creo que sufrí mi primer burnout.
La fantasía de emprender y ser dueño de tu vida no tenía nada que ver con lo que me habían vendido. Era mucho más jodido de lo que me pensaba.
El copywriting tiene un lado oscuro. Y es que puedes utilizar la comunicación para vender de una forma muy poco ética. Todos los que llevamos aquí unos años lo hemos visto.
La verdad es que es un puto mundo.
Durante esta época rechacé trabajos de empresas que no quería formar parte como casas de apuestas o falsificación de trabajos de fin de carrera.
Pero muchos copys cayeron en la trampa. Sobre todo los nuevos que fueron llegando en hordas y casi no sabían ni lo que hacían.
Creo que esto, junto a un marketing cada vez más agresivo, fue lo hizo que el mercado se sofisticara cada vez más y más. Pero esto es otra historia.
El copywriting fue el inicio de un camino que me ha llevado hasta donde estoy ahora.
Y la escritura fue el leimotiv de toda la historia.
Durante mi época de copywriter (28-30)
Colaboré en muchísimos proyectos.
Lo único que hacía era escribir y escribir. Sin parar.
Bueno, también tiene su parte de investigación y buscar GIF para meter en los emails que, con diferencia, era lo que más rato me llevaba.
¿Cobrar de escribir? Parecía un sueño hecho realidad. Pero lo que pasó es que me aburrí.
Me tomé casi como una obligación escribir sobre cosas de mi trabajo para poder vender servicios de copywriting. Y se me hacía pesado.
El problema de esta profesión es que es difícil crear colaboraciones a medio-largo plazo para tener unos ingresos previsibles. Y si buscas empresas grandes con más trabajo para que te paguen más ya cruzas la línea y esas empresas no valoran el trabajo de un copy (o no lo pagan bien).
Durante esa época escribía tanto en el trabajo que no me quedaban ganas de escribir nada que no fueran emails o páginas de venta.
Escribía para todos menos para mí.
A los 30 dejé de escribir por dinero para volver a escribir por placer
Unos 2 o 3 años después de empezar a emprender, cambié mi perfil profesional por otros que me motivaban más como project/product/growth manager.
Empecé a interesarme por otros temas del marketing (escribí un post contando esta transición, no voy a volver a contarlo).
Y dejé de ofrecer tantos servicios de como copywriter.
El copywriting me ha dado unas capacidades muy valiosas en el mundo profesional.
No solo me ha enseñado a comunicarme correctamente, sino a saber venderme, hablar de forma asertiva, estructurar un mensaje con sentido o conocer los aspectos psicológicos que hay detrás de una estrategia.
El copywriting fue y es la base de todo lo que sé hacer a nivel online. Y estoy tremendamente orgullosa de que así sea.
Seguía escribiendo por placer en mi diario cuando lo necesitaba.
Con el tiempo dejé de llamarlo diario porque había épocas que podía estar meses sin escribir. Pero cuando tenía algo de lo que reflexionar, recurría a él para ordenar mis pensamientos.
Con el tiempo me he ido dando cuenta de que este ejercicio que hacía sin darme cuenta me ha permito conocerme a mí misma y tener un conocimiento bastante profundo de mis emociones y pensamientos.
También de poder desarrollar o estructurar un sentimiento.
Hoy en día ya no escribo tanto en ese documento. Escribo en cualquier sitio que tenga a mano.
Aquí en itera.mente me dejo llevar y comparto muchas de mis reflexiones.
Hoy, a los 32 años
Pues aquí estoy: escribiendo con el corazón. Tranquila.
En una plataforma que supuestamente favorece al que tiene cosas que compartir sin prisa. A dejarse llevar por las palabras sin pensar en que está sobrepasando el límite de caracteres de la publicación.
Ya no escribo por contar mi día.
Ya no escribo por dinero (bueno, a veces vendo algo).
Escribo porque me ayuda de una forma brutal a gestionar mis pensamientos, emociones o sentimientos. A nivel personal y profesional.
Gracias a hablarme a mí misma, tengo la figura del observador muy desarrollada y soy capaz de tener muchos diálogos internos conmigo misma diferenciando quién soy yo y quién no soy yo.
A veces es una locura, sí. Pero me quiero.
Lo que más escribo son reflexiones sobre temas que me fascinan como el dinero, amor, libertad, relaciones, miedos, vida, emociones… pero también he escrito muchas historias.
Algún día sé que publicaré un libro. Creo que es un objetivo de los que se podría llamar “sueño”. Fue una meta de este año que ya no se va a cumplir, no me sentí conectada para ello. El 2024 empezó un poco chungo.
Pero confío que llegará. Ojalá pueda seguir llenando capítulos de mi relación con la escritura.
Lo que sí sé es que escribir se ha convertido en una herramienta que nunca se va ir de mi vida.
¿Qué relación tienes tú con la escritura? Te leo.
Un abrazo
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He decidido abrir mentorías 1-1 a emprendedores que necesiten revisar algún tema relacionado con la mentalidad y/o estrategia de un proyecto online. Ya sea una idea inicial o un negocio que funciona.
Si conectas con mi forma de ver la vida y el emprendimiento, puedes pasarte por aquí a leer más información. Será un placer acompañarte en este camino.
Como siempre ds gusto leerte Marta.
Por lo sincera y transparente. Y también por lo interesante de tu historia.