Tener amigos está en peligro de extinción
Todo el mundo parece que sabe cuidar su vida personal y profesional. Pero se olvidan de lo más importante: las relaciones sociales.
Sergio Fernández ha sido (y es) uno de mis referentes desde que empecé a emprender.
Conecto con su manera de entender el mundo.
Hace años le escuché decir que era importante que todos los días nos marcásemos 3 tareas para mejorar nuestras vidas.
Algo que mejore nuestra vida personal.
Algo que mejore nuestra vida profesional.
Y algo que mejore nuestras relaciones sociales.
Ya está.
Es un ritual relativamente fácil. Solo 3 tareas que tachar en la lista diaria.
Cuando no me apetece o no tengo la energía para seguir una rutina sobreplanificada y exagerada, me centro en cumplir esto. Y el día ya merece la pena.
Puedo acostarme sabiendo que he hecho las cosas bien.
Parece que todo el mundo tiene claro cómo ponerse objetivos o metas relacionados con la vida personal y/o profesional.
Todo el que veo por aquí tiene sus sistemas para crecer en su negocio o para cuidar su salud.
¿Pero y las relaciones sociales? ¿Y el cuidado de las amistades?
Las personas cada vez se sienten más solas. Y es un problema que va a ir a más.
Lo que parece conexión es pura desconexión
Un “jajaja” por Whatsapp: falso.
Un “me gusta” en Instagram: falso.
O “un abrazo” por email: falso.
Tú piensa cuando lo escribes y dime si estás sintiendo la emoción de la misma forma que cuando es in vivo.
A veces lo pienso y me alegro taaaanto que mi infancia y adolescencia se quedará al margen de estos mensajes digitales.
Internet y las redes sociales son la hostia. Me han permitido conocer a personas maravillosas que ahora son amigos para siempre (tampoco tantos, no nos flipemos).
He tenido conversaciones muy profundas a través de un email o un café virtual.
Pero las relaciones físicas son mucho más importantes. Y hay que cuidarlas.
No nos podemos olvidar de ellas subestimándolas. Pensando que las que tenemos son las que nos han tocado y conformándonos con personas vacías que no nos permiten iterar.
Conozco mucho emprendedor que se siente solo.
Tanto en la vida online como en la offline. Y acaba uniéndose a comunidades digitales que parece que le llenan ese vacío. Y lo hacen, pero solo durante un rato.
Pertenecer a un grupo o tener amigos parece estar en peligro de extinción.

“Estar en soledad” y “sentirse en soledad”
Yo diferencio dos tipos de soledad: “estar solo” y “sentirse solo”.
No es lo mismo.
La mayoría de personas no soporta ni uno ni lo otro.
La primera es necesaria. No podemos depender de otros ni de nada exterior a nosotros. Tenemos que conseguir estar bien solo con nosotros mismos.
Estemos donde estemos y con las condiciones que sean.
Lo segundo es inevitable. Es nuestra condición humana que nos avisa que tenemos que buscar un grupo si queremos sobrevivir.
Lo que hay que hacer es gestionarlo, no evitarlo.
Cuando me siento sola intento observarlo para ver qué carencia estoy demandando y por qué.
Saber estar solo es un arte que se cultiva. Yo, por ejemplo, no tengo ningún problema y me siento muy segura estando sola conmigo misma. Sé que hay personas que no pueden y llenan el espacio con estímulos para engañar a sus sentidos. A veces lo hago también.
Estar solo es sano y necesario, pero en equilibrio. Necesitamos el contacto con los demás.
Este estudio demostró que cuanto más conectados estamos a comunidades o grupos sociales, nuestro nivel de bienestar aumenta.
Y es que tampoco hay que hacer ningún estudio. Solo tienes que ver cómo funcionamos.
Parece que nadie es perfecto para nosotros
El pensamiento de que “no hay nadie tan guay como nosotros” es claramente egoico.
Seguro que alguna vez has pensado lo maravilloso que sería encontrarte a alguien exactamente igual que tú. Yo lo he deseado, pero eso es imposible.
Esa búsqueda, aparentemente amorosa, está en realidad cargada de espinas.
Conoces a mucha gente, pero nadie te llena. Nadie “te sirve” porque crees que nadie te comprende. Porque tus problemas son mucho más importantes.
¿Qué estás buscando realmente?
La felicidad se comparte.
La felicidad compartida es mucho más intensa. Es capaz de propagarse y proliferar en compañía.
Con todas las personas con las que he hablado coincide.
Júntate con personas que NO tengan las mismas metas que tú
Hay gente muy nazi.
Que las 7 personas que te rodean bla bla bla.
Que no te juntes con personas que no tengan la misma visión de la vida que tú bla bla bla.
Mira.
Mis mejores amigas no tienen nada que ver con el mundo de los negocios digitales. Ni invierten. Ni hacen los deportes que yo hago.
Sin embargo: son mi mayor apoyo. Me respetan y las respeto. No las voy a deja tiradas.
Compartimos conversaciones sobre la vida, el amor, el dinero, las relaciones, la salud. Y cada una aporta su visión. Son un puto tesoro.
Tengo amigos que me aportan en el deporte, otros que me aportan en diversión, otros en una conversación de café…
¿Con lo bonito que es descubrir puntos totalmente distintos a los tuyos y me dicen que me tengo que privar de ellos? Ni de coña.
Si no hay mezcla de ideas, jamás habrá evolución
Por eso me gusta juntarme con todo tipo de personas. Vengan de donde vengan.
Por eso leo y me informo desde distintos lados políticos o económicos. Digan lo que digan.
Por eso no voy a dejar de lado a ninguna persona que no sea como yo. Sean como sean.
Noté una madurez en mí cuando dejé de escuchar con rabia una opinión diferente a la mía y empecé a escucharla con curiosidad. ¿Por qué mierdas no piensa como yo? ¿Qué sabe esta persona que yo no sé?
Cuando te sientes en paz y coincide lo que piensas, hablas y haces: desaparece la envidia, el odio, la rabia y la prepotencia hacia otras personas.
Y empiezas a entender que ninguna respuesta es correcta y que somos eternos aprendices.
Dar sin recibir
Cuando tenía 17 años tuve una problema con mi grupo de amigas.
Una tontería que destruyó mi relación con ellas y me quedé bastante sola. Fue uno de esos episodios que te marcan para siempre.
Estuve muchos años preocupada por pertenecer a un grupo. Por recibir una aceptación.
Y fue duro.
En un momento de mi vida decidí que no podía esperar que viniesen a quererme.
Y que era yo la que tenía que dar más sin recibir nada a cambio.
Así que empecé a cuidar mucho mis relaciones. A quererlas. A preocuparme por ellas. A acordarme de sus problemas y alegrías.
Sin ningún tipo de expectativa.
Y poco a poco con los años he construido amistades de hierro. Duraderas y reales.
Hoy en día me siento muy agradecida por las personas que me rodean y me quieren tal como soy. Siento una red de apoyo fuerte donde me pueda dejar caer porque sé que me van a recoger.
Se han ido muchas personas de mi vida, pero aparecen otras que me acompañan.
Sigo cuidando mis amistades.
Tengo todos los cumpleaños apuntados y llamo por teléfono. Hay personas que solo hablo con ellas el día de su cumpleaños, pero siempre se ponen contentas de esa llamada y flipan que siga haciéndolo.
Llamo o pregunto “cómo estás” sin ninguna otra misión.
Casi toda la psicología actual se basa en el amor propio y de valorarse a uno mismo. Dicen que no pierdas ni un minuto de tu tiempo con alguien que no te aporta.
Bueno. Esto es mucho más complicado de lo que parece. Algún día escribiré sobre ello porque no estoy de acuerdo. Tampoco estoy de acuerdo con la frase de “aléjate de la gente tóxica”.
Hay veces que tienes que dar amor desinteresadamente para que la vida te lo devuelva cuando tú estés al otro lado.
Esto es un intercambio infinito. Si no entras, te quedas fuera. Solo y sola.
Yo dentro de los 8 trozos de mi tarta tengo uno que se llama "Amistades y Relaciones Sociales" y dentro de esta pata un objetivo de preguntar a mi círculo como están y preguntarme por ellos. Es una especie de CRM de amistades...un poco friki, lo sé.
Lo que sí puedo decir es que mis grandes amigos son los mismos de siempre. ME siento con ellos más agusto que nada, y aunque me pase como a ti y ninguno se dedique a temas como el mío, me siento genial cada vez que nos vemos.
Para que el día a día no nos atropelle tenemos varias fechas fijas al año de hacer planes juntos (ej: segunda semana de junio de cada año nos vamos de casa rural o última semana de noviembre hacemos lo que llamamos "cocida anual" y vamos por Madrid a un sitio de cocido y luego tomar copas juntos y pasar un buen rato.
Me ha gustado bastante lo que has escrito hoy, comparto mucho tu filosofía de vida y sobre todo el llamar en vez de poner un mensaje, que sea espontáneo y generes esa felicidad en la otra persona. Así se cuida una relación, preocupándote por el de al lado👏🏼🙌🏼